Ocaso de los fracasos
ESCULAPIO
Escarchada en los despertares nuestra afrenta por sobre el llamado “fin de los tiempos”, que no arriba sino a pulsos de naturaleza y falacias mediatizadas para el terror, la probable destrucción del mundo se ha transformado en un nuevo fracaso existencial.
Pocos logran desviar la atención de aquel hecho que “va a suceder” en algún momento de la historia donde el ser humano será arrasado por fuerzas que lo superan tanto interna como externamente. Sin mencionar ninguna de las variantes y sus características, salvo el solo hecho en común de que esta instancia aniquilará a la humanidad en masas arrastrando a los sobrevivientes -si es que los hay- a una vida de acechos violentos y amargos, me parece que esta creencia por sobre muchas de las que nos angustian está cargada de un anhelo profundamente enraizado en el devenir humano. Su constante tensión y amenaza, principalmente de parte de otros coexistentes más adeptos a empalidecer, nos llama a la atención de los más excéntricos misticismos mitomaníacos y desesperadas creencias, denigrando los pensamientos y actitudes que promueven la voluntad hacia un construir inmanente, por propuestas enajenadas en la trascendencia empedernida de paranoias para los sucesos que aparentemente acaecerán.
El “logro” de este constante fracaso existencial se ve en diferentes aspectos que nos han poblado pandémicamente sin posibilidad de rechazo, impuestos por los ciegos estados seguidores de un líder desprovisto de cuerpo y órganos, conformado por una serie de vendas adosadas con agujas -en$angrentada$- que momifican a un leviatán levantado desde los desechos de la sociedades modernas y contemporáneas.
Pues no nos extrañe que llegado el ocaso de los animales racionales y sus mezquindades, nos hallemos ante una práctica que suture todos los miedos: vivir, sin estados ni domadores, limpiando el chiquero aglutinado por las sobras de la pasada era de los golosos sibaritas de venenos, en una tierra en la cual ya recuperada su ultrajada omnipresencia, nos devele en los ciclos que nos ha acogido cada una de nuestras irrisorias tragedias y patéticas comedias.
Por Miguel Jáuregui
Agosto 20th, 2010 at 4:31 pm
expresa un desencuentro entre lo que se esta viviendo y las realidades de las personas que esperan un fin que nunca llega y que quizas ya llego,
weno weno
saludos
Agosto 21st, 2010 at 1:57 pm
¿Algo se alza?