Antonio Duarte: La voz de una generación
POESÍA
“Tenía que escribir sobre algo pero lo olvidé, debió haber sido algo sobre el amor o sobre la vida.” De temporada en temporada, desde los fríos inviernos antárticos hasta los tenues veranos solares, las estaciones suelen traernos libros que resplandecen por sus páginas llenas de acciones y convergencias, relatos y puestas en escenas de las mejores para nuestro paladar literario;
“Te amo, dijo
¿es así como se hacen las cosas?
el sol esta pegándonos patadas en la cara
con hambre, con odio
y entonces sabemos que otro temporal se avecina”
Recientemente, y producto del misterioso destino, ha llegado a mis manos el último trabajo del escritor/músico Antonio Duarte, titulado: “La vida se puso cuesta arriba, y yo iba cuesta abajo” (poesía), con el diseño e imágenes de Macarena Ternicien. Un titulo de por sí sugerente frente a toda esta bacanal de posturas exitosas en un país que lucha por insertarse dentro de la cúpula mundial de órbitas capitalistas, arrastrando a cierta camada de artistas que también le prenden velitas a las animitas y santos que se ubican de plaza italia para arriba, y bueno, este libro precisa todo lo contrario;
“mirarse al espejo y hacerlo
escribir, masturbarse lentamente
contra el tiempo
contra el mundo
contra todos”
Volviendo al tema principal, el libro, los escritos de Duarte transitan dentro de caminos sinuosos y pedregosos, algo así como las rutas mortales de los valles andinos, de noche, guiando su ganado invisible, haciéndole el quite a la muerte culiá e ingiriendo sabrosos completos por la mítica Avenida Uruguay de Valparaiso;
“conocí a los gays de acapulco, una tarde de invierno
cuando los años pasaban mas rápidos que ahora,
eran tres; Roke, Paul y Delano,
sus vidas eran alegres
se la pasaban culeando unos con otros”
La honestidad brutal con que Duarte nos presenta sus escritos es realmente conmovedora. Antonio se abre las tripas con un sable japonés y saca palabras que van hilando frases con restos de carne, poesía, espíritu, rock y piscolas. Versos que si te pillan mal parado te pueden atrapar y enviar directo a un cambio de percepción del Chile actual, su catarsis literaria, sus instituciones funcionales y sus rebaños obedientes de ingenieros burgueses y vendedores de humo, y esto lo digo por experiencia propia;
“14 de Febrero
día mas culiado no ha conocido el hombre en su historia,
con su pene solitario y sus ganas de ponerlo en acción”
Duarte se hace control, machete y parte de la expresión popular iconoclasta del ciudadano chileno pero en un giro mortal de 360 grados, da vuelta la tortilla y declara las palabras que todos nosotros alguna vez hemos querido decir y gritar a los cuatro puntos cardinales; culiar, follar, tetas, zorras mesiánicas, se hacen parte del paisaje coloquial de la poética de Duarte como seres concretos de carne y hueso, derivando además hacia fechas santificadas sepulcrales; ¿que es el 14 de febrero?, es un día de mierda en donde abunda el regocijo de parejas copulando, una belleza tan dulce que los empachos se vuelven espasmos, el frágil sentir de un país que se diluye en la desconfianza;
“Jarmush o toda esa gente exitosa
no puede escapar de sus cuerpos
yo no escapo del mío ni soy exitoso”
Este libro es una bofetada con la palma abierta, un combo en el hocico a los 20 años y pico de una transición política que ha embaucado al pueblo de Chile con el opio del “éxito”. Ese término que se inserta en las mentes de las clases neo burguesas en donde el arribismo muestra su cara fétida y el doble estándar es la bandera que flamea en las villas en donde las casitas son iguales, pero saben algo, me cago en el éxito, me cago en la parafernalia y la cultura impuesta del “buen ciudadano y la reserva moral de Chile”. En su libro, Duarte nos lleva a los oscuros territorios del fondo del alma desnuda, un camino por el desierto de las sombras;
“y entonces entré a mi casa
y me encerré por días
a ver televisión
y a rascarme un testículo”
Encerrado si, por horas, días, meses, años, Antonio funde su obra iconoclasta en donde además de la poesía también surgen perturbadores dibujos y fantasmagóricas melodías folk post-punk que circulan a través de su banda Los Fjuiiith y su repertorio solista;
“me levanto
tomo desayuno
y probablemente vomito
luego abro un cajón y saco calcetines
me los pongo
me los saco”
Intuyo que Antonio busca las piedras perdidas en las dimensiones de nuestra geografía, él sabe que existen, por ende su decodificación la hace a través de sus escritos no lineales, y la construcción de su lenguaje poético. Su hablante literario va encontrando las piezas vacías de la poesía nacional, en donde decide descansar por un rato para luego seguir su periplo a través de extensos días y misceláneas noches de puerto y desiertos;
“es la poesía
un montón de tipos jugando a ser geniales
un montón de tipos hablando de lo geniales que son
algunos llevan barbas y corbatas
los mas ridículos han optado por las boinas”
Antonio nos hace entrega de un libro que relata y representa las vivencias de una generación de jóvenes que se hacen forjadores de su propio destino, la voz de una generación que sueña a través de la musica, la geografía, el arte, la noche y las piscolas, la visión de un Chile distinto, un país en donde ser musico o escritor no te hace ser “especial” en el sentido de cultivar el ego, sino, ser un portavoz de las verdades ocultas y develarlas para goce de nuestros compatriotas.