¡Buen viaje Aristóteles!

POESÍA

La mañana del jueves 28 de julio, a la edad de 56 años, dejó de existir en Valparaíso el poeta Aristóteles España, quien se encontraba desde hace varios meses muy delicado de salud.

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Nacido en Castro, Aristóteles España era licenciado
en derechos humanos en el Instituto Argentino por los Derechos del Hombre, con estudios en comunicaciones y guión cinematográfico. Publicó entre otros libros Incendio en el silencio (1978), Equilibrios e incomunicaciones (1980), Dawson (1985), Contra la corriente (1989), El sur de la memoria (1992), Poesía chilena: la generación NN (Antología, 1993), Los pájaros de post-guerra (1995), Tardes extranjeras y otros poemas (1998) y Materia de eliminación (1998).

En 1983 obtuvo el Premio Gabriela Mistral de la Municipalidad de Santiago; en 1985, el premio especial Rubén Darío por el libro Dawson, del Ministerio de Cultura de Nicaragua y en 1998, el Premio Alerce de la Sociedad de Escritores de Chile y el Consejo Nacional del Libro por Materia de eliminación. Trabajó en la Fundación Educacional de Chuquicamata, en el Departamento de Extensión y Comunicaciones y dirigió talleres de literatura en la Universidad Arturo Prat. Aristóteles España fue el prisionero político más joven en Isla Dawson, hasta donde llegó con tan sólo 17 años.

Su partida ha desencadenado una hermosa cadena de sentimientos expresados principalmente en las redes sociales, donde sus amigos y colegas repartidos por todo el mundo se han encontrado para recordar a este poeta de los tiempos duros, miembro del ilustre grupo de escritores que se reunía a principios de la década del ’80 en el Bar La Unión, en Santiago, y entre los que estaban además de Aristóteles España, Jorge Teillier, Rolando Cárdenas, Ramón Díaz Eterovic, Stella Díaz Varín, Mario Ferrero, Eduardo Molina, Juan Cameron y Germán Arestizábal, entre otros.

Entre los recuerdos de Aristóteles destacamos su práctica de escribir siempre un poema hermoso cada mañana de 11 de septiembre, y recordamos también su poema que nos habló de Borges “en un prostíbulo del sur de Chile”, así como sus palabras sobre la prisión de Isla Dawson, donde sus compañeros lo recuerdan como “el jovencito que con esperanza escribía poemas de libertad”, como este que rescatamos en su memoria:

Me fotografían en un galpón
como a un objeto,
una, dos, tres veces,
de perfil, de frente,
confeccionan mi ficha con esmero:
“soltero, estudiante, 17 años,
peligroso para la Seguridad del Estado”.
Miran de reojo:
Quieren mis huellas dactilares.
Un sudor helado
Inunda mis mejillas.
No he comido.
Creo que hay una tormenta.
Me engrillan nuevamente.
Tengo náuseas.
Empiezo a ver que todo gira
A mil kilómetros por hora.
Se estrellan sus puños
en mis oídos.
Caigo.
Grito de dolor.
Voy a chocar con una montaña.
Pero no es una montaña.
Sino barro y puntapiés,
y un ruido intermitente
que se mete en mi cerebro
hasta la inconciencia.

Aristóteles España

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