Fragmentos de otoño en el puerto
HOJAS AMARILLAS
Como en otoño, junio deshoja rostros por las calles. Pedazos de proyectos inconclusos se secan en el pavimento y crujen cada vez que usted camina por ese pasaje. Hojas rojas y amarillas apiladas en la esquina y la mirada perdida del hombre del almacén que nada vendió el día de hoy. Y esas palomas infladas como globos descansan allá arriba en la cornisa.
Parece que el otoño adormece las miradas y resta un segundo a cada minuto, terminando por aletargar el día-tarde. Parece que en otoño usted se sentó a esperar la primavera para escribir…
Las sopaipillas de la esquina matan el hambre vago del atardecer, que por cierto, también está cansado. Tanto así que decidió tirarse de una vez sobre Valparaíso y morir temprano para dormir sempiterno.
Allí en el bar de siempre, donde las canas abundan, los felices abandonan a paso lento la barra vetusta… tan lento lo hacen, que a la salida descansan en la berma. De güata al cielo negro y con las piernas cruzadas como reales caballeros conversan con los focos, relatan sus vidas largas en frases cortas, frases de otoño.
En el negocio del barrio la fruta se arruga en los cajones de madera. Y la mujer tras el mesón observa sus manos como buscando respuestas. No las encuentra y por eso calcina en su boca un cigarro más breve que una tarde de otoño porteño. “A veces me revienta la tranquilidad”, versa la canción que sale de la radio a pila y la vieja sonríe mirando con ansias al muchacho que entra al local levantando un balón de gas entre sus manos rojas como tenazas de jaiba.
Y allá en la plaza, aunque hay frío, las banquitas están todas copadas. No hay sitio para uno más. Encapuchados todos parecen absortos en su humanidad. Expeliendo humo por las bocas secas y las cabezas incendiadas de melancolía rota. A ratos uno lanza un grito al aire, medio enrabiado, medio triste, pero nadie lo mira. Y así pasan la tarde… conjeturando, porque otoño sí que es tiempo para conjeturas.
Otoño sólo tiene una manecilla en el reloj, tiene horas en sepia, tiempo len-to, tiempo para caer abierta y serenamente sobre el sofá de los recuerdos. Para pensar de una vez por todas por qué se están cayendo las hojas de los años pasados sobre su cabeza y por qué en su alfombra abunda la sequía de fragmentos escolares. Porque el otoño puede ser eterno en sus horas breves y sus cinco letras. El otoño a veces se estaciona adentro de usted.
Por Lorena Alvarez
Agosto 24th, 2010 at 7:04 pm
Maravillo texto “ODA AL OTOÑO DEL PUERTO”