“El sistema no quiere saber nada con la poesía, no la entiende y no le interesa”
ENTREVISTA
El poeta y lingüista Mario Montalbetti, uno de los referentes actuales de la poesía peruana, visitó Buenos Aires para ofrecer la conferencia “Los sentidos del poema”, donde disertó sobre los límites del lenguaje y leyó fragmentos de su obra, en el marco del ciclo Serie de Lecturas Frost que organiza la Maestría en Escritura Creativa de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (Untref).
Realizada con el apoyo de la Embajada de Perú en la Argentina, la conferencia se llevó a cabo el 3 de mayo en la Sede Rectorado Centro, donde el poeta fue presentado por la directora de la Maestría en Escritura Creativa, María Negroni, y el docente Jorge Monteleone, quienes dialogaron sobre escritura con el autor de “El lenguaje es un revólver para dos”.
Profesor Principal de Lingüística en la Pontificia Universidad Católica del Perú, Montalbetti (Lima, 1953) es autor de “Perro Negro”, “Fin Desierto”, “Llantos Elíseos”, “Cinco segundos de horizonte” y “Vietnam”, entre otros libros.
En 1979 fundó junto con Mirko Lauer y Abelardo Oquendo la revista cultural “Hueso Húmero”. El poeta habló con Télam sobre escritura, lenguaje, creación, el sistema y su relación con la poesía.
- T: ¿Qué tema aborda en su conferencia?
- M.M.: La conferencia abre con una pregunta: ¿cuándo el lenguaje vale la pena? No me refiero a cualquier lenguaje. Ya conocemos la respuesta del político, del cura, del abogado, pero la respuesta del poeta no es tan sencilla. Entonces la pregunta sería: ¿cuándo el lenguaje del poema vale la pena? Mi respuesta terminó siendo una especie de ataque visceral contra la metáfora. Contra la idea de crear imágenes, alegorías, y de leer poemas como si fueran otra cosa. Abogaba más bien por una cierta inmanencia del poema.
- T: ¿El lenguaje es un límite?
- M.M.: Creo que todos comenzamos escribiendo sobre cosas, cosas que hay afuera o adentro. Decimos: “la nube es blanca” o “el río fluye”. Hablamos de cosas pero después nos damos cuenta que las cosas son absolutamente indiferentes a lo que decimos sobre ellas. Entonces nos molestamos por este desfase entre las cosas y el lenguaje. Así empezamos a echarle la culpa al lenguaje, decimos que no basta, que nos faltan palabras. Hay una paradoja: así como faltan palabras para hablar de las cosas, no faltan palabras para quejarse del lenguaje. Hay escritores que tienen fe en el lenguaje. Tener fe en el lenguaje es tener la creencia de que si uno, con trabajo y tenacidad, le retuerce el pescuezo, el lenguaje termina diciendo lo que uno quiere decir.
- T: ¿Qué autores tienen fe en el lenguaje?
- M.M.: Los grandes escritores tiene esa fe: Homero, Melville, Dostoievski. Pero hay escritores que han perdido la fe en el lenguaje, y perder la fe no es solamente perder la posibilidad de retorcerle el cuello, sino darse cuenta de que el lenguaje habla a través nuestro. Ahí abro una posibilidad: el lenguaje que habla a través de nosotros controla solamente ciertos aspectos, las palabras, la significación, la referencialidad. Pero existen otros elementos sobre los cuales el lenguaje tiene menor poder: el ritmo, la prosodia, el movimiento de las letras. Eso produce un flujo que no es tan controlable. Lo que llamo el sentido del lenguaje.
- T: El poeta chileno Raúl Zurita dice que no crea a partir de poemas sino de libros, ¿cómo es su forma de creación?
- M.M.: Nace por el lenguaje. Hay giros y formas que me llaman la atención, les sigo la pista. Casi nunca tengo una idea anterior al poema, surge en el trabajo mismo. Cada vez que he tenido un poema programático, no salió bien. Creo que Zurita es un poco tramposo en ese aspecto: nadie en este continente arroja tan bien las palabras contra las rocas, el agua, la geografía, como Zurita. Casi las arroja en un sentido físico. Creo que eso no es planeado. Es una de sus genialidades. En mi caso, cuando escribo un libro trato de que sea distinto al anterior. No me gusta releer mis poemas pero lo hago para asegurarme de que lo que estoy haciendo ahora no lo haya hecho ya. Nadie se escapa, en el fondo, de escribir un solo poema que va del primero que escribiste hasta el que estás escribiendo ahora. Pero de todas formas siempre trato de hacer algo distinto.
- T: ¿Cuál es el estado de la poesía en Perú hoy?
- M.M.: El siglo XX fue el siglo de oro poético en Perú: se produjo una poesía realmente buena, no solo a nivel latinoamericano sino mundial. Hay ciertos nombres que escribieron jodidamente bien y que marcaron una serie de hitos. Eso terminó en el año 2000, realmente fue el siglo. A partir de ese momento comienza a desaparecer una generación que marcó toda una época. Cisneros e Hinostroza, personalmente, fueron muy importantes para mí, referentes esenciales. Luego comienza una especie de renovación hasta que aparece una nueva producción joven realmente muy interesante, un grupo sub 25 que está trabajando en cosas novedosas. Muchos de los poetas de mi generación -los que comenzamos a escribir en los 70- optaron por la narración. Sin embargo la poesía se mantiene viva. Tal vez por esa gran tradición forjada en el siglo XX.
- T: ¿Qué opinión le merece el debate sobre los géneros literarios?
- M.M.: Hago una distinción entre lo que ocurre en la poesía y en la narrativa: creo que la narrativa en términos generales se ha vuelto muy aburrida, no me interesa. Tengo una teoría: creo que la narrativa está celosa de las artes visuales. De alguna manera, se ha convertido en un arte visual, aunque hay excepciones. En el sistema capitalista liberal que existe en nuestros países, el aliado cultural ha sido el arte visual: el cine, la fotografía, la pintura. El sistema se siente muy cómodo con esos formatos. En 1995 hubo una reunión en San Francisco, el State Of The World Forum, convocado por Mijaíl Gorbachov, George H. W. Bush, Margaret Thatcher, Vaclav Havel, Bill Gates, Ted Turner. Invitaron a 500 líderes de todo el mundo a discutir la “Sociedad 20:80″.
- T: ¿En qué consistió ese foro?
- M: La idea era discutir porcentajes: 20, según los líderes, es el número que el sistema necesita para funcionar eficientemente, 80 alude a lo que sobra. El tema era qué hacer con ese 80: la solución fue el entretenimiento. Zbigniew Brzezinski, consejero del ex presidente Jimmy Carter, fue quien acuño el término “entetanimiento” (tittytainment). La alianza entre el sistema y las artes visuales no es gratuita. Mucha de la narrativa actual trata de parecerse a las artes visuales. Eso explica tal vez por qué no se releen, en su mayoría, las novelas contemporáneas. Son como las películas o el fenómeno Netflix. La música, por otra parte, es una especie de amante que el capitalismo tiene ahí. No está muy seguro de qué hacer con ella. Y la hermanita fea es la poesía. El sistema no la entiende, no le interesa, no quiere saber nada con la poesía.
Por Juan Rapacioli
Agencia Télam