Los nuevos caminos de la edición independiente

ESQUEJE

En los pasillos de Corferias, donde se realiza la segunda edición del Mercado de Industrias Culturales del Sur (Micsur), todos los representantes de la industria editorial coinciden en los altos costos que implica distribuir sus libros dentro de la región. Cuando no se trata de empresas multinacionales o grandes grupos, las variables pesan fuerte en los números finales: desde los precios diferenciados que existen de acuerdo a las economías locales (en la Argentina la impresión es muy cara en relación a Colombia, por ejemplo) hasta la existencia de diversas barreras aduaneras.

“El gran problema del mercado de libro para los colegas de Latinoamérica no es la producción sino la circulación, que es tremendamente costosa y está trabada por cuestiones de cada país. Entonces, tenemos un montón de reuniones de negocios donde no podemos resolver el problema con España como gran competidor”, explica a Télam Raquel Franco, directora del sello de títulos ilustrados para chicos Pequeño editor.

“En el mercado de habla hispana -argumenta Vanina Colagiovanni, coordinadora de la delegación argentina del sector editorial- España es un actor que juega fuerte porque tiene precios más bajos y, después de la crisis que atravesaron, exportaron mucho material de saldo que hace que se compita en una situación desigual, y eso afecta mucho a la región”.

Es un escenario sobre el que los editores vienen alertando hace tiempo. “Y como no podemos mover ejemplares, movemos derechos. Yo cedo el derecho a una editorial para que publique en su país mi libro, porque prefiero que me liquide derechos por 3.000 ejemplares a vender 200 libros en un año. Y esa editorial me cede un título de su catálogo. En Latinoamérica nos dimos cuenta de que es el recurso para que nuestros libros estén en todos los países”, comenta Raquel Franco.

Lo mismo sostiene Hernán López Winne, de Ediciones Godot y Gourmet Musical, uno de los diez representantes de la industria editorial argentina presentes en Micsur. “Está muy en boga la idea de la coedición y el intercambio de derechos, porque te permiten ahorrar pasos y costos y el libro circula mucho mejor. Pero eso solo se puede dar si conocés a otros editores. Para eso sirve este tipo de encuentros”.

“Uno probablemente no haga un negocio o un arreglo inmediato con otro editor, pero está buenísimo conocerlo y generar los vínculos”, explica López Winne, que durante cuatro días participó como oferente en 15 rondas de negocios formales más otras informales surgidas entre pasillos, y consiguió “varios distribuidores” interesados en el proyecto editorial que trajo a Colombia para que sus títulos circulen con más presencia en librerías de la región. Acerca de estas estrategias compartidas, Véronica Riera, también coordinadora de la delegación argentina, explica que eso ocurre porque “por un lado aparecen nuevas tecnologías que facilitan que vos mandés un archivo de texto y esa persona lo imprima en cualquier lugar. Así se ahorran los costos de exportación que se le agregan al libro. Estos espacios como el Miscur sirven para ver quién es tu socio estratégico, a quién le vas a entregar ese material”.

Del otro lado del mostrador, como comprador argentino, está Maximiliano Nicolás Kreft de la distribuidora Waldhuter, que llegó a Bogotá para afianzar vínculos con editores y conocer lo que está pasando en la región. “Cuando vengo a buscar una editorial pienso en las librerías con las que trabajo y vi un montón de cosas buenísimas, como las dos últimas generaciones de escritores peruanos y el sello colombiano Bajo La Luna, que tiene libros exquisitos”.

En línea con lo que decía López Winne, Kreft cuenta que “hace un par de meses había viajado a Perú y ya había establecido algunos contactos, pero acá se consolidaron”. Durante el Micsur tuvo 45 reuniones con representantes de los diez países: “La complejidad -cuenta- es que la mayoría de los oferentes te ofrece canje, no hay efectivo. Y a diferencia de las editoriales que van por los derechos, nosotros como distribuidora lo que queremos es que lleguen los libros”.

La apuesta es riesgosa por eso la elección es cuidada y lo que busca desde su distribuidora es “un perfil de editorial que tenga muy buena literatura y escritores, que sea un proyecto comprometido, con continuidad. Pensamos en un editor fuerte que tenga una línea y la mantenga más allá de todo. Hoy por hoy es casi heroico ser editor en Latinoamérica”, agrega Kreft. Este retrato casi épico del sector latinoamericano, representado en Micsur con sellos pequeños y medianos, también lo destaca López Winne al “comprobar una vez más que en América Latina se está dando un gran fenómeno de la edición independiente”. “Micsur funciona como un observatorio de los desarrollos culturales de los sectores -dice Franco- y es mucho más interesante prestarle atención a eso que concentrarte en tus rondas específicas de negocios, porque en el sector editorial de Latinoamérica nos conocemos mucho y tenemos muy construido el mapa de lo que pasa. Cuando tenemos rondas lo más común es que ya los conozcas, que ya hayas hablado antes”.

El desafío compartido por los editores y representantes de la industria editorial es, entonces, “ampliar los lazos, que sean más periódicos y que se concreten, porque muchas veces se hacen volátiles. La industria editorial es una industria que se construye en base a la confianza y la continuidad”, condensa Kreft.

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Por Milena Heinrich
Agéncia Télam

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