M. De Ferrari, ciertas imágenes y la arquitectura de los grillos

FOTOGRAFÍA

“…aunque en lo personal, el libro a mí ni me calienta, pues las fotos de hecho las hice en un viaje al campo, además así quien observa la imagen tiene cierta referencia de algo para poder armarse una historia, me captas…”

De su nueva serie de fotografías: “Casa De Campo” Los Hornos. Buenos Aires, Argentina (Septiembre, 2016) haciendo lectura como hiper texto al libro Casa de Campo de José Donoso, M. De Ferrari (Punta Arenas,1978) nos hace entrega de su más reciente trabajo visual, 5 imágenes que hacen directa referencia al territorio campestre argentino desde un prisma que conecta la ficción y la realidad, el tabú del silencio y la observación voyerista del personaje principal.

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Los exteriores de la casa se nos presentan como un margen prohibido, un nocturno desierto inhóspito en donde el deseo se hace presente mediante la observación silenciosa de quien busca en sí mismo un destino carnal, la ventana deja traslucir lámparas de roja incandescencia (al más puro estilo revisteril), más la silla solitaria que cruje silente en la oscuridad, arman un puzzle que perturba el sano juicio del espectador.

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Durante estos días, M. De Ferrari reside en Buenos Aires perfeccionando el arte de la fotografía (texto v/s imagen), pero tampoco debemos olvidar que su inicio en los territorios de las artes comienzan con la poesía, fecundo escritor, M. De Ferrari nos ha hecho ya varias entregas de poemarios tales como Clepsidra (Ediciones Suicidas, 2008), y Valparaíso Bohemio (Editorial Puerto Alegre, 2008), entre otras publicaciones.

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No dejan de perturbarme estas imágenes que descansan en la promesa de un encuentro fortuito al compás de la noche Bonaerense, el sujeto obturador, “el que ve”, finge escapar de las ciudades para reptar junto al canto de los grillos, en esta Casa de Campo de activa sexualidad.

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El campo como sex shop, las imágenes bizarras de Jose Donoso en la aparente tranquilidad de la noche exhibicionista, la observación como conducta sexual, carente de interacción física interpersonal, el verbo poético de la sangre presionando nuestro devenir para guiar el próximo paso hacia la cámara oscura, M. De Ferrari mezcla prosa e imagen, en el juego constante del poeta que toma fotos o el fotógrafo que escribe poesía (Claudio Bertoni bien podría explicarnos este oficio).

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Abracemos entonces, esta nueva entrega visual del poeta quien al otro lado de la cordillera trabaja con expectante disciplina para construir y desarmar ciertos hitos de su pertenencia visual, abordando la creación desde el delirio de un obturador nocturno.

Por Felipe Ugalde

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