Poesía por Diego y Exequiel: Nadie está olvidado
SOTAVENTO
A un año del asesinato de estos dos jóvenes estudiantes en la Plaza Victoria de Valparaíso, su lucha y compromiso social fue recordado por un grupo de escritores y poetas quienes, bajo el alero de Editorial Hebra, dieron vida a “Resistencia”, una antología poética colectiva que busca mantener viva la llama de la memoria.
El libro fue presentado y repartido en forma gratuita el pasado sábado 14 de mayo, a eso de las 7 de la tarde, en un día de intensa lluvia pero que poéticamente -podríamos decir-, brindó una hermosa tregua justo a la hora en que estaba programada la actividad, que se realizó en el monolito recordatorio que instaló el municipio porteño en el lugar donde cayeron los dos jóvenes el año pasado.
En total, fueron 50 las copias del libro entregadas a transeúntes, escritores, poetas y compañeros de Diego y Exequiel, que llegaron a la plaza Victoria no sólo a recordar a ambos estudiantes, sino también a manifestar la vigencia de su lucha por la educación y la justicia social.
“Resistencia”, también se encuentra disponible en la red a través del link https://issuu.com/nicogando/docs/resistencia
La edición tiene como portada una ilustración de Raúl Salazar y contiene textos de Odaimis Moraga, Natalia Berbelagua, Lenore Des Grieux, Diego Armijo, Juan Francisco, Fernanda Pavie, Camilo Brodski, Palomo Arriagada, Marcelo Arce, Adelmar Ramírez, Sebastián Andrade, Víctor Gajardo, Silvio Valderrama, Ingrid Córdova, Daniela Catrileo, Rodolfo de los Reyes, Emilio Durán, Fanny Campos, Cristóbal Tabilo, Olivares Riffo, Diego Quevedo, Francisca López, David Guerreiro, María José Cueto, Alejandra Montoya, Eduardo Venegas, Néstor Carvajal, Flavio Dalmazzo, Javier Bernal, Richard Yévenes, Romina Lizana, Violeta Valenzuela, Catalina Carvajal, Belial 666, Kevin Cuevas, Consuelo Bruna, Ernesto Guajardo, Yon Ramón, Carlos Lazo, Pablo Suazo, Charly M. Purple, Absalón Opazo y Eleuterio Huanca.
Este último fue uno de los escritores que llegó ese día a recitar su texto en memoria de Diego y Exequiel, tal como se aprecia en la foto, que al igual que las otras que acompañan esta nota, son gentileza de Editorial Hebra.
Mayo 17th, 2016 at 2:15 am
Agrego a su trabajo solidario un poema que escribí el día de ese brutal crimen. Lo divulgué y quise que llegara a manos de sus familiares; si ustedes pudieran hacerlo, les agradeceré mucho.
POR DIEGO Y EXEQUIEL
(Luis Contreras Jara, desde Trozo del Planeta, Chillán, provincia de Ñuble)
Maldita sea
la calle de los grifos rotos.
Despreciada la ofidia negra
que esta tarde bajó a manchar el océano
con las tintas de la muerte.
Por esas escamas, en esas sombras,
en aquellas aceras
jugaron una vez los niños rojos, los niños verdes,
los niños azules,
pasaron los enamorados y se besaron
bajo el viento travieso junto a las puertas.
Por esa calle fueron y vinieron muchas tardes como esta
los pasos que borraba la brisa
y las tiernas voces junto al rumor del mar.
Los muros, hijo mío, son las páginas del pueblo.
La propiedad privada, hijo, es más sagrada que una verdad.
Las razones de los pobres no tienen ley, mi niño.
Los que no piensen como tú, deben morir, retrato de mi alma.
No se escupe la calle por donde marchan los sueños, hijo.
Sólo el humo borrará a tus enemigos, campeón…
Y se fue enseñando a cada uno
mientras la serpiente se deslizaba bajo los días
como escribiendo la historia de horror.
Qué es una calle sino el zigzagueo de lo impuro
cuando aparece la burla de las ventanas
que se miran por debajo de los párpados.
Qué es la flecha pintada en las esquinas,
sino la saeta envenenada que clava el destino de las esperanzas!
Qué es la tarde de la ira bajando al mar,
sino el espejo roto de los hombres!
Qué es un joven muerto sino un callejón cerrado
que se llena de perros!
Qué es un día más en este mundo,
si viene la noche en la tapa de los ataúdes!
Y la sangre, qué es la sangre!, ese río sagrado desbordándose
en el pulso de sus minutos!
La bala fue otra vez la semilla del cemento que nos cubre,
la lengua de los herejes que estornudaron muerte,
el infértil, el execrable verbo de la nada.
Maldita sea la calle como serpiente pisoteada,
maldito el polvo de las aceras tristes.
Porque bajo las nubes y los sueños
esta tarde han volado unos libros de amor a las estrellas,
enlutadas banderas
como pájaros que se apagan contra la ausencia.
Han partido dos ángeles terrestres.
Se han ido con sus memorias y sus causas
a leer la insondable página del porvenir.
Pero por más profunda que sea la distancia de los volcanes
o el misterio,
aquí circula la tierra todavía,
anda el hombre en su barro haciéndose hombre,
muestra el cielo su lámpara en la frente, las velas
aún arden en las plazas.
Y nos multiplicamos y esperamos.
Y queremos estar en un puerto
una tarde llena de gaviotas
para verlos volver a escribir sobre la culebra apaleada,
sobre la calle maldita, esa verdad inmortal
con la pluma blanca de la justicia.